Ante la preocupación generalizada por los graves impactos que ha empezado a tener el cambio climático sobre las actividades campesinas y el bienestar de las familias en Chiapas, y que se prevé que serán crecientes, las
organizaciones FIECH, OREPPA y COOPCAFÉ, con el apoyo de Oxfam México – Rostros y Voces convocaron a un FORO DE AUDIENCIAS CLIMÁTICAS para recabar los testimonios de las personas que están sufriendo los impactos climáticos.
El asesor de la Coordinadora Estatal de Movimientos Sociales del Estado de Chiapas, Edgar Flores Miguel señaló que el objetivo es el construir canales para que la voz de las comunidades afectadas sea escuchada por los responsables de las políticas relacionadas con la agricultura y el cambio climático.
En Chiapas se han sentido en la última década, los impactos del cambio climático, desde las tormentas tropicales y huracanes de 1997 y 1998, el huracán Stan en 2005, los frentes fríos que con más frecuencia azotan al estado, o la sequía del 2009, que provocó daños en 80 % del territorio agrícola del estado. Se prevé que el 2010 será aún más seco.
Una de las conclusiones obvias que se pueden sacar de los testimonios sobre los impactos climáticos, es que afectan más a quienes menos tenemos. Las comunidades más pobres, más marginadas, sufrimos solos las sequías y las inundaciones, los huracanes y los deslaves.
Dentro de las comunidades marginadas, son las mujeres quienes de manera más cruda enfrentan las consecuencias, al estar expuestas tanto en las actividades productivas como en las actividades domésticas.
El huracán Stan golpeó en la región Costa, donde de inmediato fueron resarcidas las pérdidas de los grandes ganaderos, de los productores de frutas para exportación, de los sectores de turismo, de industria y de servicios. Pero tuvieron que pasar meses y enfrentamientos para que una mínima atención fuera llevada a las comunidades pobres de la Sierra.
Señaló que hasta la fecha, a cuatro años del huracán, hay comunidades en municipios como Siltepec y Motozintla a donde la reconstrucción y la recuperación no ha llegado, y donde la producción está lejos de haberse recuperado. En general, los testimonios señalan que la producción de maíz, frijol y café en las diferentes zonas afectadas se ha reducido de manera drástica, ya que se están obteniendo cosechas menores a 10 % de lo que se acostumbraba.
Existe temor e incertidumbre por parte de las familias, dijo, no sólo en cuanto al riesgo del impacto inminente ante los desastres, que es generalizado, sino en cuanto a la cada vez más difícil situación económica derivada de las pérdidas de la producción y las deudas crecientes asociadas a éstas.
Además de la pérdida de vidas humanas, casas y escuelas, casi todas las familias han tenido que sufrir la partida de jóvenes que dejando la escuela o las actividades productivas emigran en busca de trabajo, que es cada vez es más escaso y peligroso en regiones remotas.
Como resultado de esta migración, muchas mujeres quedan al frente de actividades productivas, sumando a las dificultades de enfrentar una situación difícil en los hogares, las relacionadas con las graves dificultades asociadas a la producción en parcelas degradadas y pobres.
Las campesinas y campesinos reunidos en estas AUDIENCIAS CLIMÁTICAS demandamos del gobierno estatal y del gobierno federal que en los programas agropecuarios se incluyan componentes específicos para planes de prevención y gestión de riesgos orientados a los productores agrícolas, que existan fondos de adaptación ante el cambio climático, para aseguramiento y financiamiento orientados a los productores más pobres y marginados, con coberturas e indemnizaciones que no sólo cubran los costos sino que garanticen la recuperación de la seguridad alimentaria y el modo de vida de las familias afectadas.
“Proponemos que se lleve a cabo investigación apropiada al nivel local, para identificar las medidas a tomar para enfrentar los embates del cambio climático, que se apoye la agricultura campesina tradicional, la milpa, el cafetal biodiverso, fomentar la producción, comercialización y consumo de cultivos orgánicos y actividades de conservación de suelos, como una estrategia que a la vez que permite enfrentar la inseguridad alimentaria, y la incertidumbre climática, contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero, al recuperar los suelos y al impedir la pérdida de la cobertura forestal”.
También aseguró que se deben implementar bastos programas de educación, promoción, capacitación y fortalecimiento para la conservación de la naturaleza, fomentando una nueva cultura de conservación, tanto en el nivel urbano como el de los productores (talleres, ciclos, cursos, investigación).
Es necesario que los programas educativos y los medios de comunicación participen en estas actividades. Demandamos que los programas de gobierno orientados a la promoción de actividades campesinas contemplen plenamente el cuidado y conservación de los recursos naturales, transformando programas dañinos y perversos que promueven el deterioro ambiental, en programas ambiental y socialmente favorables y promoviendo acciones corresponsables con las organizaciones y los productores.
También hicieron un llamado a los organismos de cooperación internacional para que se comprometan con las necesidades reales de las comunidades, que inviertan con responsabilidad y con una visión de largo alcance que priorice el bienestar de las familias.